El Mirlo
EDUCACIÓN
Artículo 3 de 10
Sensibilidad de la Vida
El nodo-anímico
Conjunto de energías configuracionales y sus significados que convergen integrándose en una unidad compuesta de cerebro-organismo. Un nodo-anímico es un nodo de y en la vida.

"Paloma de la PAZ"
Procedente de BLOG neur-otica.
En las formas más simples de vida, el cerebro y el organismo se confunden uno con el otro pues ambos son lo mismo. A medida que ascendemos en complejidad organizativa en las configuraciones de nodos-anímicos, la diferenciación cerebro-organismo se va haciendo más evidente, pero la indivisibilidad entre ambos permanece la misma. Igualmente, en ese recorrido de la forma más simple a la más compleja, se va manifestando una psique, que es el resultado de cómo el nodo-anímico está sintiendo su acontecer interno así como el envolvente. Las energías configuradas que provienen de un campo mayor, convergiendo en un nodo-anímico y así creando un movimiento interno, conjuntamente envuelto-envolvente, que es como sucede el nodo-anímico, generan una psique, que es la respuesta a la sensibilidad del cerebro-organismo que es el propio nodo-anímico.
Sensibilidad
Se hace indudable, que la sensibilidad es una de las cuestiones que hemos de plantearnos muy profundamente de forma seria y atendiendo a la manera en cómo ésta cualidad que así llamamos la contemplamos y la "sentimos" en el cerebro-organismo que somos cada ser humano, mujer o/y hombre. Se hace obvio que a partir del momento en que vamos tomando conciencia del cúmulo psíquico y el ego-céntrico que proyecta, la cuestión de la sensibilidad se convierte en algo muy diferente de cómo ahora la consideramos y entendemos. Ser sensible significa verse afectado, asimilar en uno, señales que provienen de lo externo, aunque también de lo interno. Por ejemplo, los árboles son sensibles a la luz, pero también lo son a los materiales minerales y químicos que encuentran en la tierra donde desarrollan sus raíces. Son sensibles al agua, como toda la vida. También son sensibles a los cambios meteorológicos de la biosfera, la cual a su vez es sensible a toda otra serie de factores que a ella la configuran. En este sentido, todo lo que podemos encontrar en el universo en algún grado configurado, es sensible a lo que contribuye a configurarlo. Y esto no se reduce al aspecto físico, sino que se extiende con mayor complejidad al aspecto psíquico, (que ahora únicamente atribuimos a los seres vivos), pero en nuestro caso, el ser humano, que es un nodo-anímico con acceso a la conciencia, la sensibilidad se manifiesta en la psique a través de su respuesta a la interrelacionalidad que ocurre entre lo envuelto y lo envolvente del nodo-anímico. Es esa misma sensibilidad y lo que discurre a través de ella lo que está configurando precisamente al propio nodo-anímico.
Sensibilidad y Totalidad
En la sensibilidad hay dos pulsos interrelacionados e indivisos, uno es la recepción y otro la respuesta. "Algo" se despliega en el "campo" de la conciencia, su procedencia puede sugerir ser más interna o externa, pero siempre es una combinación de ambas en un cierto grado, (de hecho no podríamos separarlas), y la respuesta que se produce en el cerebro-organismo, (en nuestro caso, pero esto ocurre en toda configuración), es el "acto de sensibilidad". Cierta cosa o suceso ha afectado al nodo-anímico a través de su sensibilidad, acto que ha contribuido a cambiar en algún sentido al propio nodo-anímico, este cambio es la respuesta. El cambio creacional ininterrumpible. Nada se puede eximir de esta interrelación que subyace en la misma esencia de todas las cosas, interrelacionalidad, envuelto-envolvente, recepción-respuesta, y menos todavía a medida que ascendemos por la espiral de la complejidad que siempre será creciente en la medida que profundicemos, a su vez en igual medida, la sensibilidad se tornará más "profunda". En este acto de sensibilidad estamos "imbuidos" tanto si se nos hace evidente como si se nos mantiene inconsciente. Todo en la creación está sintiendo a través de la sensibilidad, y al mismo tiempo nada puede eximirse de ser sensible. Y si bien vemos una graduación de sensibilidad
Cuando Adikaram consiguió su primera audiencia con K en la intimidad de un cuarto, las lágrimas bañaron las mejillas del insigne médico. Lloró largo rato y K se limitó a seguir sentado y a observarlo en silencio sin decir palabra. Adikaram dejó de llorar de repente al advertir que se había comportado como un niño y lo invadió una enorme timidez por haber llorado en presencia de K. Fue entonces cuando K cogió la mano de Adikaram para consolarlo y le dijo: «Muchos de los que vienen a visitarme lloran en mi presencia. Es una especie de sensibilidad. ¿Acaso no siente ganas de llorar cuando ve algo muy hermoso o bien cuando oye un canto melodioso?»
Del epígrafe "EL DOCTOR E.W. ADIKARAM", del libro "KRISHNAMURTI TAL COMO LE CONOCÍ".
por Susanaga Weeraperuma

Visitar el libro
en formato .pdf en Biblioteca de la Web UPASIKA.
en las cosas, que se extiende a través de la regla inerte-vivo, ascendiendo hasta llegar a la configuración más compleja, el ser humano, el completo campo es indivisible, pues precisamente esta alta complejidad que significa el nodo-anímico ser humano se constituye del completo conjunto sin el cual no existiría. Sentir y ser sensible es el acto de la totalidad.
Sensibilidad interrumpida
En los párrafos anteriores hemos procurado desplegar la noción de sensibilidad como un acto de la totalidad, en el cual participamos los seres humanos, pues es obvio que somos un nodo relacional más en esta totalidad de diversidad y multiplicidad de nodos relacionales. Esta interrelacionalidad de la totalidad se debería manifestar tanto en nuestro sentir interior como en nuestras relaciones, sin embargo nadie negará que nuestras relaciones son más bien "escabrosas" y a su vez resultado de cómo discurre nuestro interior, desordenado en la ignorancia. Nosotros nos hemos escindido de la totalidad a causa de la egolatría que es un acto en la ignorancia, ya que al concentrarnos en la parte hemos excluido lo que ella no contiene, ignorándolo. Todo ello el desequilibrio interior que se manifiesta en las turbulentas relaciones sociales. Entonces, ¿qué significa sensibilidad en este contexto desordenado en la confusión? El desorden proviene de la fijación ego-céntrico, suponemos que esto está suficientemente claro. Así, la sensibilidad a través del cúmulo psíquico se convierte en sentimentalismo, que no es sensibilidad. Uno de los muchos ejemplos con los que podríamos ilustrar esto, es recordar que los nazis en la segunda guerra mundial se tenían por muy sensibles, con la música, con las artes, etc. sin embargo estaban practicando la matanza industrial de seres humanos sin el menor atisbo de conduelo. En cualquier sentido, el ego-céntrico es cruel, y es esta crueldad la que ha interrumpido la sensibilidad. Aunque el ego-céntrico sintiéndose muy sentimental se figura que es sensible.
RICO PAR (04/11/09)

La sensibilidad no existe en el hábito
K: Deje a un lado el comer, el pelo largo, el pelo corto; deje todo esto a un lado. Como profesor en esta escuela, quiero acabar con la formación de hábitos tales como el fumar, el beber y todo lo demás; quiero eliminar todo hábito, de modo que la mente esté siempre muy alerta.
P: A mí me parece que hay momentos de atención, de atención mutua, cuando los hábitos cesan.
K: No por momentos. Es necesario que no nos formemos hábitos y yo quiero ayudar al estudiante a no hacerlo. ¿Cómo lo hago? ¿Qué haremos todos juntos? Vamos, señores, ¿qué haremos? Si el estudiante comprende por qué se ha creado hábitos y cómo eso afecta al cerebro –lo limita, lo condiciona, lo daña, lo empequeñece, lo vuelve corto de miras, mezquino–, si pudiera transmitírselo y después hablarle acerca de cómo comer, del pelo, entonces él lo captarla de inmediato. ¿Podríamos hacerlo, señores?
P: Eso requiere sensibilidad.
K: ¿Cómo crea sensibilidad en el muchacho que llega aquí después de haber comido carne, fumado, y toda la porquería que ha acumulado?
Krishnamurti 1972
P: Toda su vida no ha conocido otra cosa que la insensibilidad.
K: Lo sé. Por lo tanto, ¿qué debo hacer? Y no quiero tener que repetirlo una y otra vez; es aburrido, molesto, agotador.
P: No necesariamente.
K: Para mí lo es y no quiero hacerlo.
P: Pero le interesa identificar el hábito, esclarecerlo de tal modo que él lo entienda, lo vea por si mismo ¿Por qué le resulta aburrido?
K: Estoy acometiendo algo mucho más importante que el pelo corto o largo. Digo que, si puedo ayudarle a comprender lo que es la sensibilidad y por lo tanto evitar la formación de hábitos, entonces, cuando le hable acerca del pelo o de cómo sostener el tenedor, él mismo lo verá de inmediato; no tendré que repetírselo cien veces.
P: Pero Krishnaji, se le ha repetido cien voces. Se le ha mostrado cómo comer, se le ha hablado sobre el pelo largo o corto, sobre el comportamiento general, y no se entera. Todavía entra en el comedor, se pone un pedazo de pan en la mano y lo unta con mantequilla.
K: He visto todo eso.
P: De modo que no lo ve enseguida.
K: No, pero ¿qué es lo más importante? ¿Es más importante embadurnar el pan con mantequilla que la formación de hábitos?
P: Yo no entiendo por qué el poner el pan y la mantequilla en el plato y utilizar el cuchillo cuidadosamente, no constituye otro hábito.
K: No, pero él no está aprendiendo. Sigue con lo que ha hecho en casa o en otras escuelas, lo cual se ha convertido en su hábito. Ustedes tratan de corregir eso y no el mecanismo que crea hábitos. Yo, como nuevo profesor, tengo que combatir el mecanismo formador de hábitos.
P: Entonces, ¿nos untamos el pan con mantequilla siguiendo el hábito o el…?
K: No, no se pierda en detalles. Para mi lo más importante es el mecanismo formador de hábitos. Si pudiera cambiarlo, de modo que el estudiante nunca se forme hábitos, eso indicarla que es altamente sensible, está atento, alerta, es consciente de los demás y de si mismo.
Fragmento del CAPÍTULO II, "El problema de la libertad". Del libro PEDAGOGÍA DE LA LIBERTAD, (Conversaciones con profesores), de J. Krishnamurti.
(A Flame of Learning. Krishnamurti with teachers).
Se puede Visitar el libro en formato .pdf en la Biblioteca de la Web UPASIKA.
Vivir más allá del hábito
Pereza, la fuerza de la costumbre
Teorizar acerca del hábito es relativamente sencillo, pero percibir cómo uno mismo es esclavo del hábito parece hacerse más difícil. Hablar o escribir acerca de lo que uno está atrapado, es únicamente referenciar lo que se encuentra dentro, encerrado, pues evidentemente en esa dependencia que significa el hábito, no hay una visión exterior general de todo el asunto. Desde pequeños, de manera directa o indirectamente se nos entrena de tal manera al hábito, a hacer las cosas meramente por repetición, que cuando nos planteamos la cuestión del hábito, descubrimos que no conocemos otra forma de discurrir en el flujo vivo más que repitiendo lo ya hecho o repitiendo lo imaginado. Cuando comenzamos a tener una ligera idea de lo que podría significar vivir libres de hábitos, entonces programamos una serie de acciones para desprendernos del hábito, sin darnos cuenta de que esas acciones crearán nuevos hábitos aunque superemos aquel para el que las hemos puesto en marcha. Muy posiblemente deberíamos dar un paso hacia atrás, y contemplar el panorama completo, ya que no se trata sólo de desprenderse de los hábitos que nos atenazan, sino de descubrir y comprender cómo se forman los hábitos. De esta comprensión, deberían naturalmente deshacerse los hábitos existentes.
Deseo, la pereza de ser nada.
Son variadas las cuestiones que a uno le hacen quedar cómodamente asentado en el hábito, o quizás de manera molesta, pero igualmente persistiendo en ello. Es más sencillo dejarse llevar, que hacer frente al caudal de nuevas sensaciones que producirá no dejarse conducir por el hábito. Esto es fácil verlo cuando a los pocos minutos de haber planteado concluir radicalmente con determinada dependencia, que uno sale corriendo para satisfacérsela, pues no tiene en él el temple de comenzar ese nuevo camino en lo desconocido. Sucumbir al deseo es más fácil que averiguar en qué consiste esa energía aparentemente indómita que nos maneja prácticamente como a peleles. Las cosas todavía se han complicado más, pues este tema del deseo, la dependencia y el hábito, no sólo le incumben a uno mismo, sino que este mecanismo tiene su expresión en las relaciones sociales y se manifiesta entonces en el comportamiento general de la sociedad. Si bien en el aspecto físico se procura la mayor sanidad posible, no ocurre así con lo psicológico, pues ser débil con el deseo y sucumbir al hábito, es algo que se acepta ya no sólo como natural sino que también como necesario. Por acuerdo tácito, se contempla que las personas para cubrir el vacío de significado existencial, deban adherirse a una creencia, de la que extraigan no sólo paz y tranquilidad sino que placer también se espera deba proporcionarles, aún cuando este placer no sea de tipo sexual precisamente. Aceptar sucumbir al deseo, quedar preso en el hábito, y conformarse con una bonita idealización para tranquilizar la ignorancia propia, es meramente una cuestión de pereza, que paradójicamente se cultiva socialmente.
RICO PAR (Noviembre 9, 2009).
Educación en la Sensibilidad
Partiendo de las premisas
Supongamos que ya tenemos claro lo que verdaderamente significa sensibilidad, que nos hemos puesto de acuerdo en que implica una gran dosis de atención a todo lo que se encuentra aconteciendo, y que la predilección propia hemos podido dejarla de lado en beneficio de despertar la verdad conjunta que desde cualquier punto de vista debe estar ahí latente en la vida. Supongamos, que aun como ha venido pasando hasta ahora a causa de cómo hemos sido educados que no sólo no alcanzamos esa verdad conjunta, sino que tenemos el convencimiento
Krishnamurti y un profesor
K
: Dígame, quiero descubrir cómo podría ser de otro modo.
P: Creo que muchos estudiantes realmente no entienden cuando se les dice que el mundo está ardiendo; no saben lo que eso significa; no tienen ni idea.
K: Bien, suponga que se lo explicamos.
P: El mundo está ardiendo. De una u otra forma, todos nosotros reconocemos ese hecho y aun así no parece despertar ningún interés en nadie
K: ¿Es realmente así?
P: Básicamente, sí.
K: Muy bien, vamos a averiguarlo. Será una confusión si no me doy cuenta de que yo soy el mundo ¿verdad?
Procedente del libro PEDAGOGÍA DE LA LIBERTAD, (Conversaciones con profesores), de Jiddu Krishnamurti
Visitar el libro en formato .pdf en Biblioteca de la Web UPASIKA.
de que verdades hay muchas en función de cómo cada cual la sienta, admitimos conjuntamente que sin sensibilidad no podemos realizar un mundo en donde no existan las divisiones y el mal corazón que ahora padecemos. Sensibilidad que significa además de atención, afecto, interés, cuidado en el descubrimiento de uno mismo y el trato relacional con los otros. Si tomamos esta premisa como base deberemos concordar en que ella sea la base en la que el acto de educación se sostenga, pues esta sensibilidad no sólo abriga entonces a los niños o jóvenes sino que incluye en igual medida a los adultos. Siendo así, aquí nos parece, una vez hayamos "desenvuelto" completamente el sentido y significado de la sensibilidad, nos veremos obligados a comprender las causas internas en nosotros que ahora contribuyen a que el mundo sea un hervidero de competencia y explotación, que como se hace obvio por sí mismo impiden la sensibilidad. No podemos encontrarnos en un aula pretendiendo realizar el acto de la educación, despertando la sensibilidad, y por la ventana ver que nuestros congéneres están dedicando la vida a guerrear, a competir, a acribillarse mutuamente de una manera u otra, tanto de forma obligada como de manera consentida. Los niños y jóvenes ven la contradicción entre la teoría que se les imparte como verdad en las clases, en cuanto a comportamiento humano, y la práctica que realmente ocurre en la vida cotidiana. Lo ven en cierta medida de forma directa en sus relaciones diarias, pero también a través de los medios de comunicación. ¿Cómo entonces se les puede estar hablando de ética, de moral, de sensibilidad, de forma que ellos puedan despertarlas en sí mismos cuando lo que realmente están viendo es la imposición forzada por el miedo en la que los adultos viven? ¿De qué extraña manera pueden los niños y jóvenes despertar en ellos mismos algo que no ven en los adultos? Esto nos lleva a la segunda premisa imprescindible; la responsabilidad inicial de despertar la sensibilidad se encuentra en el adulto.
Responsabilidad del adulto
Todavía podríamos partir de otra premisa que parece hacerse evidente por sí sola, los niños ya son sensibles en sí mismos, son los adultos los que han perdido la sensibilidad, al aceptar que deben cultivar un ego-céntrico como sentido fundamental en la vida. De hecho, tal como ahora están las cosas, salvo las raras excepciones que por suerte acostumbran a darse, la mayoría de los profesores y maestros, que se encuentran atrapados a la falacia de la realización propia, ajustándose a la presión de los logros y la esquematización de la enseñanza tecnológica, la formación profesional como base de cualquier educación de los niños y jóvenes, es eso lo que están impartiendo en sus clases. Indudablemente, la preparación técnica es relevante, pero la esencia de la educación es el despertar del ser humano, y los aspectos técnicos son meramente funcionales. Los padres, que igualmente están poniendo el énfasis de la vida en el ego-céntrico, en la realización propia, igualmente están contribuyendo a despertar el desasosiego de la persecución del futuro en sus hijos. ¿Cómo puede el adulto en estas condiciones de represión de la sensibilidad despertarla en él y que por sintonía la aprehendan los niños? Cualquier ser humano que esté verdaderamente interesado en estas importantes pero imprescindibles cuestiones a deliberar y resolver, deberá hacerse esta pregunta a sí mismo. ¿Puedo enseñar algo que yo mismo desconozco? Pues la sensibilidad no es una cuestión de razón o lógica. No la podemos despertar en base a una fórmula o a cualquier estrategia. La atención no puede ni obligarse ni transmitirse, únicamente uno mismo puede descubrir qué es la atención. Podemos describirla, pero como Krishnamurti insistía «la descripción no es lo descrito». Y esto no ocurre sólo con la atención, sino que cualquier primigenio sentimiento acerca de cualquier cosa en la vida, lo ha de
descubrir uno mismo por contacto directo con ello. Aunque indudablemente, si el niño y el joven tienen oportunidad de encontrarse con adultos despiertos, que dudan, que muestran abiertamente inseguridad no sostenida en el miedo, sino aquella que nos hace abrir los ojos, tanto los del rostro como los de la mente, para por un lado comprender y por otro descubrir si la comprensión está fundada en la verdad, esos niños tendrán mayor oportunidad de despertar la sensibilidad en ellos mismos, pues estarán discurriendo en un ambiente en el que la sensibilidad se está cultivando. No existe el fracaso escolar, éste término es una patraña de los adultos. La responsabilidad en el acto de la educación es en principio del adulto, cualquier cosa que ahí no funcione a él deberá apuntársele.
Más allá de la tensión
Ahora la educación consiste en amoldar a los niños y jóvenes a unas reglas sociales que los adultos creamos por comodidad e interés propio. Establecemos un orden y creemos que imponiéndolo la sociedad discurrirá en él. Sin embargo no vemos la tremenda energía que hemos de dedicar para "controlar" a todos aquellos que se apartan de ese orden. Mientras se tiene acceso a los recursos para cubrir las necesidades básicas y algunos "placeres" para entretener el "aburrimiento", la gente puede aceptar permanecer en el orden establecido por los organizadores. Cuando se es un excluido, que se carece de poder satisfacer esas necesidades, las cosas cambian. Incluso por meras ideologías diversas se puede estar en contra de los organizadores establecidos. Son muchos los que toman la iniciativa de dejarse llevar por su propio orden, y por lo general en oposición al establecido. De un lado o del otro, nunca arribamos al orden natural que nos permitiría fluir sin desorden ninguno. Todavía más, pues nadie cree que podamos hacerlo alguna vez. ¿Cómo y a qué vamos a educar a los niños y jóvenes si nosotros en nuestro fuero interno dudamos en demasía de que podamos llegar a ser buenos? Esta verdad es tan sencilla como escalofriante. Pues la síntesis de la sensibilidad es la bondad. Y, ¿no es en la guerra y en la competencia en lo que ahora está basada nuestra organización social? Ellos aprenden lo que nosotros los adultos estamos haciendo, no lo que decimos que debe hacerse. Las diversas sutilezas de cómo sentimos la vida y nuestras relaciones. Si la competencia, la crueldad, que se hace evidente en la mayoría de ocasiones, que está implícita en el hecho de que puedo disimular conmigo mismo que mi triunfo se ha edificado sobre el fracaso de otros, volviéndome insensible a los males que a ellos pueda aquejarles tal creencia mía, ¿qué van a aprehender de esa acción los niños y jóvenes? Sintiéndome grande, y por ello teniendo el menor atisbo o quizás quedando ciego de ello, que sintiendo que otros seres humanos son menos que "yo", los estoy relegando al desprecio con mi creencia, y me estoy convirtiendo en adorador pues obviamente, al ver mis debilidades, siempre pensaré que hay otros seres superiores a mí, ¿puede en esa cuadrícula jerárquica existir sensibilidad, bondad alguna? Sintetizando; en un estado de jerarquía psíquica, únicamente se puede educar a esa jerarquía psíquica, y como se demuestra a través de los hechos, utilizando el convencimiento u obligándolo a aquellos que se hacen reticentes. En esa jerarquía psíquica se educa al sueño de perseguir el escalafón más alto, indudablemente, sin decir que únicamente unos pocos arribarán a conseguirlo, pero esa gran mayoría que carecerá de ello, se conformarán adorando a los que lo han logrado. Así, la comparación, la competencia, la crueldad de ser insensible al que no alcanza la cota marcada, ya se está moviendo en las aulas desde el nivel de los más pequeños, va creciendo a medida que se avanza en las edades, y para cuando se llega a los estudios superiores, se encuentra completamente operativa, pero eso sí, dentro de un cauce de "educación redomada". Ya que ni la sensibilidad ni la bondad, que van juntas, estarán ahí en ese largo proceso de tenso condicionamiento inducido para inocular la jerarquía psíquica a través de la formación del ego-céntrico.
RICO PAR (Noviembre 9, 2009)
EL Poder de la PAZ
Por Francisco A. Muñoz. Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada.
La Paz describe aquellas situaciones en las que se busca el bienestar de las personas o los grupos
No existe futuro de la paz sin una teoría pacifista del poder, sobre la acción y transformación social que facilite que las realidades de paz ocupen el mayor espacio público y político y juegen un papel importante en la toma de decisones.
Se hace curioso el hecho de que no nos damos cuenta de que el futuro siempre se encuentra en el futuro. No vemos que cualquier cosa que imaginemos de ese futuro proyectado en la mente, no es el auténtico acontecer vivo que ocurre en el ahora siempre nuevo. Creemos que el furuto llega hasta nosotros, o que nosotros llegamos al futuro, pero el futuro siempre está en el futuro. Lo físico aparenta deslizarse en eso que llamamos "tiempo", pero en la mente y por ende en la psique, en su estado natural, esa apariencia se convierte en una distorisión, un espejismo dentro del cerebro, que a la postre "materializa" el tiempo, que precisamente es una mera apariencia. ¿Es la PAZ una idea en el cerebro, en la mente? ¿O la PAZ es un estado del ser, del nodo-anímico, en el ahora vivo? ¿Podemos imaginar primero lo que la PAZ es y luego realizarla, o la PAZ es una cualidad para descubrirla en cada momento? En la pugna y la competencia, pilares atómicos de la actual psique humana, ¿se puede tener un atisbo de lo que la PAZ significa? Sin que el cerebro y así la conciencia no se den cuenta de todas las implicaciones en el hecho de encontrarse atrapados a la grandeza y sublimación propias, del ego-céntrico, ¿es posible que la organización conjunta pueda fluir en la inteligencia que de la PAZ se despliega? Dando por inevitable y consustancial a la vida que deban existir los ejércitos para el ataque y la defensa de las propiedades del ego-céntrico, y así las desproporciones y la guerras, ¿es posible que la PAZ exista, se manifieste? Dando por incuestionable la codicia y el egoísmo, ¿puede de ninguna manera acontecer la PAZ que requerimos? ¿Cuantas innumerables generaciones venimos cantando al sueño de la PAZ y la concordia, al despertar de la inteligencia? Pero parece ser que lo único que sabemos hacer es pasarnos el canto, como un doloroso testigo enmohecido a través del cual la PAZ es un mero sueño siempre de un futuro que nunca llega.
RICO PAR (ctubre 14, 2010)
¿Sensibilidad en la necedad?
Krishnamurti y un interlocutor
Interlocutor: ¿Puede volverse sensible la mente vulgar?
KRISHNAMURTI: Preste atención a la pregunta, al sentido que hay detrás de las palabras. ¿Puede volverse sensible la mente vulgar? Si yo digo que mi mente es vulgar y trato de volverme sensible, el esfuerzo mismo de volverme sensible es vulgaridad. (Por favor, vea esto, no se quede perplejo, obsérvelo). Mientras que si reconozco que soy vulgar sin tratar de cambiar eso, sin tratar de volverme sensible, si empiezo a comprender qué es la vulgaridad, si la observo en mi vida cotidiana –la forma voraz en que como, la brutalidad con que trato a la gente, el orgullo, la arrogancia, la grosería de mis hábitos y de mis pensamientos– entonces esa observación misma transforma lo que es.
De manera similar, si soy un necio y digo que debo volverme inteligente, el esfuerzo de volverme inteligente es sólo una forma más grande de necedad, porque lo que importa es comprender la necedad. Por mucho que trate de llegar a ser inteligente, mi necedad seguirá existiendo. Puedo adquirir el refinamiento superficial que da el aprendizaje, puedo ser capaz de citar libros, de repetir pasajes de grandes autores, pero básicamente seguiré siendo un necio. En cambio, si veo y comprendo la necedad tal como se manifiesta en mi vida cotidiana –en mi conducta hacia mi sirviente, en la manera de juzgar a mi prójimo, al hombre pobre, al rico, al oficinista– entonces ese mismo estado de atención acaba con la necedad.
Inténtelo. Obsérvese a sí mismo cuando le habla a su sirviente, observe el respeto tremendo con que trata al gobernante y el poco respeto que demuestra al hombre que nada tiene para darle. Entonces comenzará usted a descubrir lo necio que es; y en la comprensión de esa necedad hay inteligencia, sensibilidad. Usted no tiene que volverse sensible. El hombre que trata de volverse esto o aquello, es feo, insensible; es una persona vulgar.
Fragmento del CAPÍTULO II del libro
PEDAGOGÍA DE LA LIBERTAD, (Conversaciones con profesores), de J. Krishnamurti.
(A Flame of Learning. Krishnamurti with teachers).
Visitar libro en formato .pdf en la Biblioteca de la Web UPASIKA.
Sensibilidad más allá del mito
A través de la historia hemos desarrollado múltiples "esquemas" de lo que la bondad significa, diversas concepciones, sin embargo no vivimos en la bondad. Se hace obvio que hay seres humanos que sí discurren en ella, pero cuando uno observa el comportamiento social en su conjunto, la carencia de bondad se hace patente. Así podemos decir que la bondad está muy amagada. Las religiones han acompañado esta cualidad imponiéndole el miedo, el tándem premio-castigo, de lo que se hace evidente que no puede fluir bondad ninguna. Las políticas, han intentado lo mismo, pero han terminado decantándose por lo que "es necesario", dejando muy al margen la cualidad bondadosa. La ética y la moral social se han convertido más en una "técnica normativa", que no en lo que auténticamente son esas cogniciones, una revelación interior en el nodo-anímico de flujo indiviso con lo envolvente. Dicho de manera familiar, individuo-sociedad en un par inseparable.
Graffiti urbano. Autor: NEUR-OTICA.
Visitar en el BLOG
tandiscretocomounalocomotorasincontrol.
Si a esta situación le agregamos el hecho de que el ego-céntrico únicamente conoce el sentimentalismo, resultante de vivir exclusivamente en el pasado, (si es que en el pasado hay vida), podemos apreciar que la bondad, (y da vergüenza decirlo), se ha convertido en algo mojigato que no se tiene en cuenta, ya que la realización proviene de la competencia de la que precisamente se desprende la crueldad, que significa ausencia de bondad. Como ocurre con las cualidades profundas y primigenias en la creación, hemos de descubrirlas a cada paso, pues ellas fluyen con la vida, nunca pueden ser un recuerdo. Hemos perdido la noción, aunque dudamos que a nivel social alguna vez la tuviéramos, de que la bondad y la creatividad son inseparables, de la misma manera que la crueldad es destructora. Y estas dos cualidades no son polares. Las cosas que son polares existen en el mismo instante, y cuando hay crueldad no puede haber bondad. La bondad es la sensibilidad libre de los sentidos en la que no hay interés propio. La crueldad es una restricción de los sentidos encaminada al interés propio. Aunque estas abismalmente diferentes cualidades las estemos describiendo juntas, no las estamos comparando entre ellas, pues precisamente por su tremenda diferencia no podemos hacerlo. Es la mente guiada por el ego-céntrico, que se alimenta de mitología, lo que él mismo es, que proyecta polaridad donde no existe. Es cuando comenzamos a comprender que la creatividad es un acto en la bondad, que la sensibilidad puede fluir más allá del mito, ya que cuando hay mito no hay sensibilidad ninguna. No hay creatividad en la crueldad. Es desde esta perspectiva perceptiva, entonces, que nos podemos plantear el acto de educación, en la que el adulto "enseña", muestra, el desplegar de la sensibilidad en sí mismo, de la que los niños y jóvenes, por vibración conjunta, aprehenden a despertarla en ellos por sí mismos. En ese flujo la creatividad discurre, y la bondad se hace patente. Nace entonces un sentimiento en ellos de concordancia en ellos mismos y con el grupo completo. El despertar de la mente está activo. Sin embargo, veámoslo por contraste, cuando lo que discurre en el acto de educación, es la dureza del programa, de la técnica, de la norma, se hace claro que la creatividad ha sido restringida, podada, de hecho, interrumpida. Esto es muy sencillo y la mayoría lo sabemos cuando le prestamos atención, pero no lo hacemos, lo más importante para nosotros es el "uno mismo", y pasamos de esta verdad ocultándola. Si el niño se desarrolla en la bondad y la paz, el afecto, no sólo aprehende mucho mejor el conocimiento técnico, sino que se mantiene en lo que siempre es un ser humano, un desplegamiento en la mente de la creatividad implícita y explícita en la creación que somos, siempre vibrante y tendiendo a lo nuevo. Cosa, que ahora atrapados en el mito y la falta de sensibilidad no puede producirse.
RICO PAR (Noviembre 10, 2009)
 
Búsqueda de imágenes
sensibilidad humana
en Google
Visitar Búsqueda
Búsqueda de imágenes
sensibilidad de la mente
en Google

Visitar Búsqueda
Búsqueda de imágenes
sensibilidad psíquica
en Google

Visitar Búsqueda
 
   
El adiestramiento
del ser humano
Sensibilidad
de la Vida
La Filosofía
Educacional. Parte I
EDUCACIÓN
Artículo 3 de 10
Espacio Descubrimiento y Dilucidación
Esponsoriza y Aloja:
Espejismo de Centricidad - RICO PAR - 2008/09
http://www.tmirlo.com