El Mirlo
Cúmulo Psíquico
Artículo 5 de 6
Fragmentos del Cúmulo Psíquico
Estando fragmentado; hablando de la fragmentación.
Imaginemos unas gafas cuyas lentes
Graffiti urbano retocado electrónicamente.
Autor ¿? Calle ABD EL-KADER, Barcelona.
Foto 15/6/09.
fueran cada una un diamante con compleja talla geométrica. Una imagen entonces la veríamos compuesta por una repetición de la misma imagen a diferentes escalas y perspectivas, un conjunto de multi-imágenes fraccionadas en cierta medida. Imaginemos además que cada diferente proyección filtrada por el diamante tuviera cualidades caleidoscópicas, la realidad todavía se vería mucho más fragmentada. Imaginemos que pudiéramos ver la realidad a través de la fractalidad. Estos ejemplos ilustran lo que el intelecto hace con la realidad, la filtra a través de una retícula de conceptos, de ideas, que la dividen y delimitan, generando en ello focos de atención y otros de exclusión. Cuando la interrelación entre la realidad y lo que el intelecto ha filtrado están sintonizados, se produce concordancia entre ambos. Y técnicamente podemos beneficiarnos de ello. Pero paralelamente con esto, lo que ahora ocurre, es que el intelecto se desborda al campo de la psique, y como él únicamente puede funcionar con información, toma entonces control del nodo-anímico, ajustándolo a la información emocional psicológica retenida en el pasado, la cual toda ella es un conjunto de fragmentos desconectados reestimulando diferenciadas emociones sentidas en otro "tiempo". Es entonces cuando, por mera asociación por un lado, pero por otro como forma de autoengaño de la psique, la misma funcionalidad que el intelecto encuentra cuando él está sintonizado con los hechos y puede experimentar una sensación de conjunto, desde la fragmentación que él mismo significa, llevado al campo psíquico, proyecta entonces la sensación de centro, de "yo", utilizando la fraccionaria información emocional recuperada. Incluso, construye adhiriéndole a base de reglas y normativas, la mayoría provenientes de la influencia social, una imagen psico-social de sí mismo de conjunto, de unidad, que se autodenomina "yo", y que tiene un programa que ejecutar, "soy y seré". En esta situación la concordancia entre realidad y psique ha dejado de fluir.
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«Por lo general, percibimos lo que pensamos», David Bohm.
En este BLOG encontramos una breve nota acerca del "determinismo Físico" con un texto directo de John Eccles, en el que se habla de la psique, del "yo consciente", y en conjunto de la visión determinista de la mente humana. Lo vinculamos aquí para poner en escena algunos "recortes" de la "psico-red" involucrada en la formación del cúmulo psíquico, del cual se proyecta la
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sensación de ego-céntrico. En este BLOG los contertulios sin un orden preestablecido indagan acerca de variadas cuestiones alrededor de la mente y la conciencia, pareciera que buscando llegar al punto interno de donde surge el "acto volitivo". Y aún lo enrevesado y confuso que pudiera parecer el diálogo que ellos mantienen sino se está un poco al corriente de cómo utilizan los términos, así como los comentarios que el que ahora escribe esgrime en relación a ciertos puntos, no deja de percibirse un intento por ordenar diferentes fragmentos que se mueven en la psique, algunos factuales y otros supuestos más imaginativos. Indudablemente, aquí aprovechamos de forma discursiva sus anotaciones para poner de relieve las cuestiones que en estos apuntes nos preocupan.
Comentando a Tay "…nuestro yo consciente…"
Deberíamos determinar previamente lo que es la conciencia. Asumiendo que hemos aceptado que es "darse cuenta", podemos comprobar entonces que el "yo", que es una proyección del pasado, no puede ser consciente. En la conciencia puede surgir la verdad del hecho de que el "yo" es recuerdo, y por ello ilusorio. Y descubrir que la conciencia es una cualidad distinta del tiempo, pues ella "opera" en el ahora. Así, la sensación de "yo" proviene de la reestimulación del pasado emocional archivado. Si el cerebro no se identificara con esa reactivación, ese pasado dejaría de operar. Pero la identificación proporciona la sensación de unidad en la psique, entonces ella dice: "yo soy ese compendio de recuerdos". Y dándose cuenta de esa retención de la psique en lo recordado se cree consciente, pero no lo es, puesto que el recuerdo no es consciente nunca.
Dice Tay: "…catalogador y evaluador…"
La mente consciente utiliza las cualidades intelectivas, catalogar y evaluar, etc. con fines prácticos de la vida cotidiana, donde el determinismo tiene su lugar. Para que el cerebro pueda discurrir en el "discernimiento de la conciencia", debe abrir el campo de la percepción a través de la atención sin "espectador", pues éste siempre es el pasado, el "yo consciente", limitado. La consciencia es un campo sin horizonte ninguno. Lo que ocurre es que ahora todo este mecanismo en el cerebro, la percepción filtrada y distorsionada por el pasado anímico retenido, está funcionando de manera tácita a una velocidad no atendida y bajo el presupuesto de que es así como ha de moverse y que no existe otra manera de funcionar para el cerebro. Valga decir que psicológicamente todavía no sólo creemos sino que incluso funcionamos de forma determinista, mecánicamente.
El "espectador"
Recurrimos aquí a la célebre frase todavía no asimilada por la mente en el par mujer-hombre: "el observador es lo observado". Por otro lado, tanto la "maquinaria cerebral" como el completo organismo están interrelacionados a muy variados niveles con la completitud del universo, no hay separación ninguna. ¿Por qué entonces debería haberla en la mente? Y si todo está vibrando de manera unísona en la interrelacionalidad, no hay "espectador" que observa algo ajeno a él, separado. Esa es la verdadera conciencia, la que "se da cuenta" del todo sin centro.
Comentando a Gregorio Samsa, "…inconsciente, infraconsciente, infrasubjetividad … se cuezan las decisiones en el infraconsciente"
¿Para qué tantas subdivisiones? ¿No son ellas resultado del "caleidoscópico" filtro que en sí mismo es el pensamiento? ¿Existe decisión en el acto de vivir? ¿Tenemos que retrotraernos hasta la célula, hasta la molécula, hasta el átomo, etc. para comprender lo que es la conciencia por un lado y por otro el intelecto y la memoria?
El estado natural es el de subconsciente en un porcentaje muy elevado. Es como los fenómenos de la energía organizando lo físico, la mayor parte son invisibles. Podemos darnos cuenta si atendemos a cuando enviamos una orden para que se mueva un brazo, pero por regla general, a excepción de una situación específica, movemos el brazo de manera inconsciente. No podemos, por ejemplo, darnos cuenta interiormente de cómo las células de una herida en la piel se están organizando para cerrarla, aunque lo podamos ver visualmente. Muchas funciones del organismo no funcionan por "decisión consciente nuestra" y además son subconscientes y la mayoría involuntarias. Lo significativo de esto es que ocurre lo mismo con el cerebro a nivel psíquico, pues la función de la psique es fluir con el propio flujo vivo. De ahí que debamos comprender muy bien qué significa cuando decimos "decido", pues la decisión proviene de una evaluación del pasado.
La subjetividad
Los grados de complejidad a los que el intelecto puede hacer frente siempre están limitados. Se nos ocurre un ejemplo, tomemos aleatoriamente cualquier número mayor que uno, el cinco. Esto representa para el consciente una reunión de cinco unidades indefinidas, y lo podemos denotar escribiendo: "1+1+1+1+1". El grado más bajo para explicar el concepto cinco. También podemos escribir 2+3=5, un nuevo nivel de complejidad explicativa. O decir, "el cinco es un número primo formado por la suma de los dos números primos anteriores a él". Mucha mayor complejidad implícita y explícita. A medida que aumentáramos la complejidad, llegaríamos a un campo "subjetivo", pues en determinado punto comenzaríamos a carecer de suficiente información y de capacidad para organizarla toda ella conjuntamente, o sea, incapacidad para comprender la complejidad de ese grado. En el ejemplo utilizado, imaginemos que hemos elevado el cinco a una potencia infinita, 5. Después de aplicar esta potencia podríamos explicar el cinco diciendo que es la raíz infinita de 5 elevado a infinito, otra manera de explicar el cinco desde un nivel de complejidad que trasciende lo objetivo en nuestro nivel, convirtiéndose en algo subjetivo, sin saber si en ese nivel tan elevado de complejidad, allá en el infinito, existe en esta explicación algo objetivo. Para nosotros, en esta explicación del cinco ahora el infinito se anula, sin saber qué ha acontecido en esta "vuelta" que hemos dado finito-infinito-finito. Esto es meramente un ejemplo para ilustrar que lo objetivo y lo subjetivo dependen del grado de comprensión de la complejidad al que el cerebro tenga acceso.
La decisión
El acto de decisión de la psique proviene de la indeterminación que en sí misma es confusión. Decidir implica descartar y elegir, lo cual manifiesta una dualidad en la que en cierta medida hay contraposición. Pues, ¿cual es la entidad que "juzga" en la
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elección-exclusión? Si es el "yo", es obvio que quien decide es el pasado emocional retenido, el cual está generalmente disociado del momento vivo, así la decisión traerá mayor confusión. Ya que si hay percepción directa de los hechos, sin el filtro "yo", no se requiere decidir, la respuesta está entonces en sintonía con el propio acontecer. El cerebro relacionado con los hechos sin división. La conciencia no se ha fragmentado, no se ha separado del flujo. Indudablemente este acto en la sintonía requiere de la cualidad de la atención, y un pasado emocional inactivo sino disuelto.
Gregorio Samsa (en la entrada 14/8/08 12:30) dice: "Lo que hay es una ACCIÓN en la que un aspecto abstraído, el "yo", es conSciente de que se está produciendo."
¿Consciente de la acción, o consciente de que el "yo" es una abstracción? Realmente lo que acontece es la acción. El "yo" como concepto es un aspecto abstraído, pero como hecho que está aconteciendo, es una proyección de recuerdos emocionales, lo cual no es una abstracción. El hecho de la proyección si es una acción, los contenidos de esa proyección no son acción, aunque produzcan una acción con la reacción de la psique al pasado reestimulado. El cerebro puede hacerse consciente del completo ciclo de reestimulación del pasado, entonces abrirse la posibilidad de la conciencia sin horizonte, cuando el pasado psicológico deja de operar. Cuando comprendemos es en esta conciencia más allá de la reestimulación del pasado en la que acontece el acto de comprender. Cuando hay restricción en la consciencia, sea del "yo", de sus creencias o complejos juicios adheridos, la conciencia ha dejado de existir puesto que existe una proyección.
Tay le dice a Gregorio Samsa: "…la distinción que haces del yo y su aparente inmutabilidad…"
La sensación de aparente inmutabilidad del "yo", de estar ahí siempre, proviene de la falta de atención a cómo el "yo" se genera. Pero es que además es obvio, es su finalidad primera, generar la sensación de continuidad, de "ser uno", por eso proyecta la reencarnación y el cielo después de la muerte, o sea, él no muere nunca. Pero como al mismo tiempo el "yo" es miedo, en el que hay culpa, entonces inventa el premio y el castigo, para corroborar que él estará ahí siempre. Sin embargo, véase atentamente, por comprobación propia, cómo los recuerdos que forman el ego-céntrico, cambian a medida que nosotros cambiamos en el decurso de la vida.
Dice Tay: "… se me ocurre que la sensación del yo no es constante…"
Obviamente, cuando hay atención completa el pasado emocional no actúa. No hay sensación de "yo", pues lo relevante es la sensación de acción. Lo que venimos denominando sensación de "flujo creacional". Obsérvese, de nuevo atentamente y compruébese por uno mismo, que únicamente hay sensación de "yo" cuando el pasado emocional está operando.
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RICO PAR, (03/01/10)
La quimera de la grandeza
Cuestionarnos la conciencia, la mente, el universo que somos, implica atender a cómo nos relacionamos y que hay funcionando dentro del cerebro. Sin mirar con detalle qué es lo que está moviéndose ahora como psique, esas otras cuestiones no pueden ser dilucidadas.
Y si uno, cualquiera, está verdaderamente interesado por resolver el en apariencia perenne problema humano, iniciará esta investigación en sí mismo. De cualquier otra manera, lo único que se hará será continuar con las cábalas hechas sobre ideales, dejando de ver los auténticos hechos.
Lo ha de considerar uno mismo
Ellos no saben dialogar conjuntamente. Lo que en otro tiempo denominaban "resistencia" ahora es calificado como "terrorismo". A un país pobre, si no se le enseña a construir recursos y únicamente se le vende armas, ¿qué puede resultar de ello? Mantener la hegemonía del más grande sólo puede conseguirse atenazando a los pequeños, y utilizando los aparatos bélicos o policiales para constreñir y reprimir cualquier nueva obertura de la mente. Pues la mente se abre cuando somos capaces de hablar comprendiéndonos y conjuntamente conectando con la única realidad que no sólo compartimos, sino que de manera indivisa somos esa realidad de forma unísona. ¿Qué hace que no nos podamos sentar a dialogar tranquilamente, sin miedo,
Graffiti urbano: "Malvivo en Barcelona". (traducido del catalán). Autor: KEY. Foto: 23/10/08. Calle ABD EL-KADER.
con la confianza de que llegaremos a una resolución absolutamente conjunta y beneficiosa para todas las partes? Si presumimos de inteligencia ¿qué es lo que impide que veamos que no somos partes y tratemos los problemas a base de planteamientos unificados? A estas preguntas no le pueden dar respuesta las creencias, menos las mitologías, y tampoco los grupos sean del tipo que fueren. A esto ha de responder uno mismo como ser humano, siendo honesto consigo mismo. Ahora, los organizadores no escuchan a aquellos que se les oponen, y únicamente se esfuerzan por "aniquilarlos", bélicamente o competitivamente. Pero los organizadores tampoco escuchan a aquellos que no se les oponen pero les señalan sus errores. A estos segundos se les denomina activistas, y únicamente pueden conseguir ser escuchados cuando hay una gran mayoría apoyándolos. De cualquier forma las retorcidas negociaciones siempre se ciñen al poder y la fuerza disponibles, y de una manera u otra los cánones de la jerarquía psíquica siempre prevalecen. No sólo se excluye a los que no están de acuerdo y recurren a la violencia. También se excluye a los pacíficos que saben que podríamos acceder a un orden nuevo de vida en la que no existieran todas las calamidades que padecemos. La gran cantidad de asociaciones reivindicativas por defender diferenciados derechos dan buena noción de esto. Aunque también queda claro cuando vemos que las cartas constitucionales así como las de derechos primigenios del hombre, únicamente se van cumpliendo a medida que ascendemos en la escala psíquica jerarquizada. A medida que descendemos el mero efecto de propósito, sino de sueño, es lo que todas esas "reglamentaciones" denotan, pues no se cumplen. Este abismal desconcierto a través de una convivencia humana centradas en el miedo y el logro propio, proviene de una afección que los seres humanos padecemos desde muy antiguo, y que como seres humanos somos responsables de curarnos de ella. Esta afección es el cúmulo psíquico que elaboramos en nuestro cerebro, del que se proyecta el ego-céntrico, que es el que defiende la guerra, la supremacía propia, y que no da ninguna oportunidad a que verdaderamente sanemos.
RICO PAR, (Enero 5, 2010)

La psique retenida
Los fragmentos del cúmulo psíquico
- psique, cuerpo, organismo:
- imagen interior resultante del sentir fisiológico.
- imagen exterior, aspecto formal resultante del contorno corporal y la apariencia.
La imagen interior fisiológica (salvo excepciones ocasionales) se
"Psique y Eros"
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POEMAS-dis-CURSIVOS
siente como algo desconectado del entorno, ajustado a un horizonte de separación claramente definido, cuando en realidad el horizonte que delimita lo "envuelto-envolvente" del cuerpo físico y el medio en el que se desarrolla es un gradiente que se pierde en las interrelaciones entre ambos. Ocurre lo mismo con el campo psíquico, pero la inconsciencia de su interconectividad "envuelto-envolvente" es todavía mayor que la que ocurre con el físico, a causa de la fijación ego-céntrico.
El ideal en el ficticio tiempo
La imagen exterior es el mero contorno de lo envuelto que se percibe en el campo envolvente de la sociedad, pero de hecho en el campo de la biosfera completa. En la imagen exterior obviamente se reflejan todos los movimientos internos del organismo, inclusive la afección que éste sufre por el cúmulo psíquico, el cual siente la imagen exterior de sí mismo más cercana a como se percibe una fotografía, algo fijo, que a algo que se encuentra fluyendo y por lo cual en continuo cambio. La imagen exterior es un continuo esfuerzo por manifestar a través de ella el "ideal" que el cúmulo psíquico tiene de sus auténticos contenidos, al tiempo de ocultar aquellos que enjuicia negativos. En este sentido el cúmulo psíquico no es más que juicio, predilección y rechazo.
- psique, movimiento anímico:
- ajuste al programa "yo soy".
- fijación en el tiempo mental:
(el cual denotar que precisamente no existe, el tiempo es físico, la mente es atemporal. A pesar de que el tiempo no tiene correlación ninguna con algún objeto físico, es meramente la comparación de dos movimientos o estados diferentes de la misma cosa. La ilusión del tiempo sirve para lo práctico. Para la liberación de la mente es una ilusión que se convierte en impedimento).
- en el pasado: todo tipo de recuerdos, sentimentalismo.
- en el futuro, todo tipo de deseos "por llegar"; devenir.
- ocultación del final.
Autoreafirmación del ego-céntrico
En este movimiento atrapado en el tiempo, el cúmulo psíquico excluye, por un lado comprender el sentido de la formación, de "encontrarse formado-cambiando", y de forma polar, excluye igualmente la des-formación de la configuración: la disolución de todo lo envuelto en lo envolvente. De esta ocultación tanto de la "procedencia" como del "destino final", ocultación de la transitoriedad, surge el miedo. La propia ocultación es miedo. Escapar del miedo, que es en lo que el cúmulo psíquico pone todo su empeño, contribuye a fortalecerlo, tanto al miedo como al ego-céntrico, de hecho, ambos son lo mismo. Fortalecimiento que es precisamente su propia finalidad, cuanto más fijo y delimitado mejor, sin embargo, siendo el cúmulo psíquico el mismo miedo, este movimiento se convierte claramente en un bucle de continua y repetida huida. El propio esfuerzo por fijar el ego-céntrico es un movimiento de huida del miedo. Se ve claramente que ahora el movimiento anímico ajustado al cúmulo psíquico es un bucle centrípeto de perpetua reestimulación, que aislándose a sí mismo en ese movimiento centrípeto e inductivo, pretende encontrar relación con el exterior expandiéndose en él a través de la autoreafirmación.
El poseedor es lo poseído
Ambos movimientos, el orgánico y el anímico, inseparables, que forman uno solo, el ser humano, son inevitables una vez aconteciendo, la vida es inevitable, pero el cúmulo psíquico se adhiere a ellos a través de la herencia biológica y ambiental y se induce agresivamente para su fijación a través de la cultura y la tradición. Lo biológico heredado de la memoria de lo natural, gravemente afectado más a cada paso por lo cultural, es la memoria que el cúmulo psíquico utiliza para perpetuarse en las generaciones, de esta manera lo natural no tiene oportunidad de manifestar un orden nuevo en lo mental, al que fluyendo en su propia libertad tendería. El propio cúmulo psíquico es una fijación en el tiempo que vive en el perpetuo esfuerzo por mantenerse fijo a través de sucederse en los diferentes cerebros generacionales, de hecho podríamos decir que es un campo mórfico que se alimenta y se sucede a través del cerebro humano, una especie de virus psíquico, y a la vez siendo algo mecánico que se repite de forma innumerable de cerebro en cerebro, clonándose,
Autorrealización
Composición mentefactual 2007
acribillando la mente, oprimiéndola en ese bucle reestimulativo, ella es incapaz de fluir en la atemporalidad y descubrir la creacionalidad natural a la que el cerebro humano puede despertar.
- el programa persona
- mi familia
"cúmulo psíquico"
Búsqueda de texto estricto
- mi pareja
- mis hijos, mis padres, etc.
- mis amigos y conocidos
- mis más entrañables
- los más alejados
- el trabajo profesional
- aquellos a los que obedezco
- aquellos que me obedecen
- aquellos a los que necesito
- aquellos a los que he conseguido que me necesiten.
- los que me son indiferentes, incluso ni sé de que existan.
- otros: relaciones que he de mantener ocultas, etc.
- mis contrincantes, mis enemigos… etc.
- mis propiedades.
- mi conocimiento.
- mis títulos, mi sapiencia, mi prestigio.
- mi posición en la escala de la jerarquía psíquica.
- mis creencias y convicciones, (políticas, religiosas, etc.).
- mis bienes materiales (objetos y dinero, etc.).
- mis placeres y entretenimientos.
- mi felicidad.
- mi vida.
- mis… todo lo mío. La "cancioncita": "yo-mí-mi-mío, mío-mi-mí-yo, etcétera repetición…" (20/5/2008).
La posesión es un candado en la mente. Produce una ficticia pero fuerte sensación de seguridad, sin embargo, si ésta fuera real, no existiría el miedo. Y precisamente la posesión no puede separarse del miedo a la pérdida.
Ficción como realidad
En este abreviado esquema se puede ver claramente que todos los ítems tienen un denominador común, son seres, cosas o cualidades "poseídas". Tanto los seres, como las cosas, e igualmente las cualidades, son "objetos", unos en el mundo material, otros en el mundo mental, (haciendo esta división mente-materia a efectos prácticos en la exposición), objetos los cuales están adheridos a través de cargas psicofisiológicas y emocionales en el cerebro, y desde luego en el completo organismo, y todas ellas interemulsionadas configuran el cúmulo psíquico. Entonces, si nos preguntamos ¿quién es el poseedor de todo eso?, cualquiera respondería "yo", precisamente el ego-céntrico, el ahora irremediable e irrevocable sentimiento que uno mismo siente de ser un centro, de ser todo ese compendio de posesiones. El cúmulo psíquico proyecta la sensación-sentimiento de ser uno mismo todo ese conglomerado de fragmentos, memoria almacenada, y esa proyección, que es una sombra del pasado, el cerebro identificándose con ella la experimenta sintiéndose un ego-céntrico. Todo ese "material" acumulado siendo todo él cargas almacenadas en forma de pasado, residuos incompletos de lo que fue la auténtica vivencia que ya murió, se proyectan en el acto vivo aparentando la misma intensidad que el propio momento vivo en el ahora contiene y es, y al tomarlos el cerebro en ese momento vivo como algo real, al identificarse con ellos, siendo meras sombras reactivadas del pasado, al tomarlos como algo concordante con el flujo creacional vivo del ahora, no puede por más que generar desorden y mayor confusión de la que el propio cúmulo psíquico es en sí mismo, pues no es más que registros proyectando una sombra de algo que fue real pero que ya no existe, algo que ya se ha hecho irreal, pero que sin embargo la psique siente como una indisociable realidad.
Aclarando el término ego-céntrico
Deberíamos quizás aquí aclarar lo que expresamos al utilizar el término "ego-céntrico". Hemos de decir que utilizando únicamente la palabra ego tendríamos en principio suficiente para referirnos a lo que con ella pretendemos apuntar, y no adherirle la coletilla
Psique (mitología)
En Web WikipediA
de "céntrico" pues pareciera una redundancia, (y seguramente el lector se ha ido sintiendo incómodo cada vez que lo leía), pues el ego en sí mismo ya es un movimiento céntrico, pero a la vez que centrípeto. Es precisamente estos dos movimientos el céntrico y el centrípeto, y este segundo que ya no queda tan claro al referirlo sólo como "ego", que acostumbra a pasar más desapercibido, son los que abren la noción de bucle cerrado en sí mismo. Ambos se mueven conjuntamente configurando el ego-céntrico, y de los que como uno de sus resultados se desprende el movimiento centrífugo, ya que el ego desde su infinita inducción anhela (en un acto de reafirmación de sí mismo) expandirse en los demás egos-céntricos que lo envuelven. Así vemos que se crea un bucle, desde un centro con un movimiento centrípeto que se esfuerza por convertirse en centrífugo. Esta es la razón de que sintamos que utilizando la palabra compuesta ego-céntrico, estas fluxiones de engañosos encierro y obertura al mismo tiempo, convirtiéndose en un movimiento anímico recursivo en la psique, queden perfectamente reflejadas utilizándolo, potenciando la redundancia que implica ego-céntrico para poner el mencionado bucle de relieve.
La luz proyectando sombras
El ejemplo que mejor ayuda a entender y sentir, percibir, todo este movimiento mecánico de fijación de registros, proyección y apariencia de realidad en lo proyectado, es el ejemplo del celuloide fílmico: contiene unas imágenes registradas que la luz proyecta sobre una pantalla blanca. Lo que el espectador está viendo en ella, es la "sombra", (en colores), del contenido en el diminuto fotograma. No es el propio
Psique
En Web WikipediA
fotograma que el espectador ve, sino las sombras que la luz proyecta cuando lo atraviesa. El cerebro, conjuntamente con el organismo, es el celuloide, las imágenes emulsionadas en el celuloide son la analogía de los contenidos del cúmulo psíquico registrados en el cerebro, la memoria emocional pasada, y las sombras que en la pantalla se proyectan con la luz, son la alegoría de lo que en el organismo a través del cerebro y en el propio cerebro se proyecta en la psique desde el cúmulo psíquico, que es el resultado de la sensación psicofisiológica de todo el movimiento conjunto: la sensación ego-céntrico. La psique entonces identifica esa proyección pseudo-anímica, (pseudo pues proviene de registros), como real, se identifica con ello como si realmente ella, la psique, fuera eso, esa proyección, y de ahí surge la experiencia de ser uno mismo todo ese compendio, un ego-céntrico, con su placer y su dolor, con todo su pasado retenido que a su vez proviene de la auto-adoración de predilección o de rechazo que a sí mismo se profesa. Esta sombra almacenada y proyectada es la que tomamos como real, como si tuviera existencia propia, cuando es un mero sueño. Todo este movimiento, cerebro, cúmulo psíquico en él almacenado, ego-céntrico como una proyección de esos registros, y la psique identificándose con la proyección como la realidad de lo que ella misma es, lo venimos reuniendo en estos "improvisados" apuntes denominándolo "el espejismo de centricidad", al que el cerebro humano ahora estamos tan lamentablemente "imantados" y prisioneros. No es de extrañar que arrastremos los crecientes problemas que sostenerse en un espejismo supone. (30/5 - 24/6 del 2009).
RICO PAR, (fechas dentro texto).

Sobre la competencia
Jiddu Krishnamurti:
«Todo esto parece superficial y pasajero, pero en el fondo el hombre está contra el hombre. Eso se muestra en esta terrible competencia, tanto en el mundo comunista como en las llamadas democracias. Está ahí. Yo lo encuentro en mí mismo como una llama que arde, que me impulsa. Quiero ser mejor que algún otro, no sólo por el prestigio o el bienestar, sino por el sentimiento de superioridad, el sentimiento de ser alguien. Este sentimiento existe en los estudiantes aunque puedan tener un rostro dulce y apacible. Todos quieren ser alguien. Eso se ve en la clase, y cada maestro está comparando a A con B y urgiendo a B para que sea como A. Ello prosigue todo el tiempo en la escuela y en la familia».
«Cuando usted compara a B con A, abierta o secretamente, está destruyendo a B. Entonces B no es importante en absoluto porque usted tiene en su mente la imagen de A, que es talentoso, brillante. Y a él le ha otorgado cierto valor. El núcleo esencial de toda esta competencia es la comparación: el comparar una pintura con otra, un libro con otro, una persona con otra –el héroe, el ejemplo, el principio, el ideal. Esta comparación implica medida entre lo que es y lo que debería ser. Usted pone notas al estudiante y así lo fuerza a competir consigo mismo; y la desdicha final de toda esta comparación son los exámenes. Todos los héroes que ustedes tienen, religiosos y mundanos, existen merced a este espíritu de comparación. Y lo mismo es con todos los padres, con toda la estructura social en el mundo de la religión, del arte, de la ciencia y de los negocios. Esta medida entre uno mismo y el otro, entre los que saben y el ignorante, ha existido y continúa existiendo en nuestra vida cotidiana. ¿Por qué compara usted? ¿Qué necesidad hay de medir? ¿Es ello un escape de sí mismo, de su propia superficialidad, vacuidad e insuficiencia? Esta inclinación a medir lo que uno ha sido y lo que uno quiere ser, divide la vida, y así empieza todo el conflicto.
«Pero es indudable, señor, que uno debe comparar. Usted compara cuando escoge esta casa o esa otra, esta ropa o aquella. La elección es necesaria».
«No estamos hablando de semejante elección superficial. Eso es inevitable. Pero a nosotros nos interesa lo psicológico, el espíritu comparativo interno que produce la competencia con su agresión y su crueldad. Usted pregunta por qué, como maestro y ser humano, tiene este espíritu, por qué, por qué compara. Si no comprende esto en sí mismo, estará alentando –consciente o inconscientemente– la competencia en el estudiante. Exaltará la imagen del héroe –político, económico o moral. Los santos quieren romper récords tanto como el jugador de cricket. No hay realmente mucha diferencia entre ellos, porque ambos tienen esta evaluación comparativa de la vida. Si usted se preguntara seriamente por qué compara y si es posible vivir una vida sin comparación, si indagara con seriedad en esto, no de modo meramente intelectual sino de hecho, y penetrara profundamente en sí mismo desechando esta agresión competitiva, ¿no descubriría que existe un profundo temor de no ser nada? Poniéndose diferentes máscaras de acuerdo con la cultura y la sociedad en que vive, usted tapa ese temor de no ser, de no llegar a convertirse en algo, en algo mejor de lo que es –algo más grande, más noble. Cuando uno observa lo que realmente es, ello también es el resultado de su condicionamiento previo, de la medida. Cuando se comprende el significado de la medida y la comparación, entonces hay libertad con respecto a lo que es.»
 J. Krishnamurti, Principios del Aprender.
Título del original en inglés: Beginnings of Learning. Traducción de Armando Clavier. © Krishnamurti Foundation Trust Ltd. London, 1975.
© EDHASA, 1978, Barcelona.
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Adolescencia,
la gran transformación, II.
Fragmentos
del Cúmulo Psíquico
Responsabilidad
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Esponsoriza y Aloja:
Espejismo de Centricidad - RICO PAR - 2008/09
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